sábado, 4 de junio de 2011

En alabanza de la mosca (Loa de Agustín de Rojas)



[…] pretendo

loar en aquesta loa

una cosa bien humilde,

aunque á muchos enfadosa.

Esta, con vuestra licencia,

señores, será la mosca,

cuyo sujeto es tan alto

cuanto mi alabanza es corta.

Empiezo por su valor,

por su antigüedad notoria,

sus franquezas, libertades,

y prosapia generosa.

Celébrese su nobleza

desde París hasta Roma,

y desde el Tajo hasta el Bactro

su grandeza se conozca.

Desde el rústico gañán

que se calza abarcas toscas,

al príncipe más supremo

que ciñe regia corona.

¿Qué casas o qué palacios

de reinas y señoras,

qué antecámaras ocultas,

qué damas las más hermosas,

qué templos o qué mezquitas,

qué anchas naves o real audiencia,

qué saraos, fiestas o bodas,

qué tabernas, qué hospital,

hay en España hasta Etiopia

que la mosca no visite

y entre libremente en todas?

¿Quién le ha negado jamás

el paso franco a la mosca?:

¿en qué lugar no se sienta,

de qué hermosura no goza?

¿De qué dama más bizarra

con más arandela y pompa,

los hermosísimos labios

no besa alegre y gozosa?

Y no contenta con esto,

suele bajar de la boca

hasta los hermosos pechos

y aun lo más oculto toca.

¿A cuántos su libertad

no enciende en rabia celosa,

viéndola libre y exenta

gozar lo que ellos adoran?

¿En qué consejo no se halla,

qué consulta hay que se esconda

de su vista peregrina

o qué secretos pregona?

Ella oye, ve y calla,

no se precia de habladora,

no dice lo que no sabe,

es discreta, no es chismosa.

En el teatro se asienta

a ver la farsa dos horas,

sin pagar blanca a la entrada

ni hacer caso del que cobra.

Si quiere ver todo el mundo,

no ha menester llevar bolsa,

que ella come donde quiere

y todos le hacen la costa.

Los príncipes la acompañan,

duques y marqueses la honran

llevándola adonde van

junto a s sus mismas personas.

[…]

Goza de todas la frutas,

comiendo las más gustosas;

es amiga del buen pan,

del buen vino y buenas olla.

Del turrón y mermeladas,

de arrope, miel y meloja,

de tortadas, manjar blanco,

y de nada, nada escota.

En Salamanca, en París,

en Alcalá y en Bolonia,

tiene cursos, y en escuelas

se sienta a do se le antoja.

[…]

Es hidalga, es bien nacida

y natural de Moscovia,

ciudad en Mosquea antigua

y muy noble antes de ahora.

Para ella no hay engaños,

bebedizos no la ahogan,

los tormentos no la matan,

la justicia no la enoja

[…]

En su aposento ve al rey

y al mazapán o la torta,

la trucha, el pavo, el faisán

que el pajo en sus manos toma,

para llevarlo a la mesa,

antes que el rey dello goza,

que porque le hagan la salva

la dejan de todo coma.

Ella ha de beber primero,

y en aquella misma copa

que bebiere el santo Papa;

¡mosca mil veces dichosa!

[…]

Quien tanta nobleza tiene,

a quien tantas partes honran,

tantas grandezas competen

e inmensas gracias adornan;

digna es de más alabanza,

de eterna fama memoria

y que otra lengua la alabe,

que la mía queda corta.

Suplícoos nos honréis

nuestro trabajo* dos horas,

y si alguno no lo hiciere,

murmure y hable en buen hora,

que un moscón está en el patio,

marido de nuestra mosca

que, si fuere a decir mal,

se le meterá en la boca.

Y se le caerá en el plato

cuando algún guisado coma,

y si durmiere la siesta,

le dará tanta congoja,

que busque donde jugar,

y pierda hacienda y persona

y venga las manos puestas

a pedir misericordia.

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