domingo, 18 de septiembre de 2011

Actores: Miguel Angel Batista

El Bati es un niño gigante, que es lo mínimo que se requiere de un buen actor. Tiene perfectamente claro los tiempos y las conjugaciones del "to play" y del "jouer", que en definitiva, también es actuar en sus respectivos idiomas... Pero como el idioma del teatro es universal, nuestro niño grande no tiene problemas de comunicación con nadie en el mejor lenguaje que domina: el teatro.
Bati llega al teatro porque no había otro remedio, porque al igual que Bojiganga, ambos tenían escrito su destino. Un destino que también el resto del mundo sabía y que desde la cuna marcaba su estirpe.
Como los buenos actores, Bati es un apátrida. Nunca sabremos cuando respira si es palmero, leonés o chicharrero.
No entiende ni quiere, saber de los entresijos de despachos y pasillos. Y literalmente podemos decir que ha llegado donde está, sin comérsela a nadie. No le gusta producir ni embarrarse en esos procesos, pero hace lo que puede y hasta donde puede.
De todos es el más parecido a nuestro Yorick particular, del que el propio Shakespeare dijo: "Mayor hideputa, ¡Loco!".
Es un animal de escena que no mide ni dosifica. Vomita teatro porque es lo que sabe hacer y porque es lo que le enseñaron.
Bati transita las peligrosas líneas clownescas de los Bufones, o quizás las bufonescas líneas de los Clowns, de la misma manera que Judini burlaba la muerte en cada número.
Es carne de escenario, y quizás por eso atosiga tanto a los personajes. Tengo la sensación que a veces los cerca y acorrala de tal manera, que algunos seguro han muerto entre sus manos por asfixia. Aún así, lo prefiero a todos aquellos actores que pasan de puntillas sobre el cadáver de sus personajes y que tratan de ocultar pruebas delatoras.
Bati no es un actor cobarde. Es capaz de volcar procesos si no tiene claros los caminos y si las veredas no son lo anchas que le prometieron.
Miguel Angel Bastista Rey lleva un Bufón muy cabrón en su interior. Sé a ciencia cierta, que muchas veces se rebela contra él y dice cosas que a Bati le ponen en el disparadero ante los otros.
Es un órdago sistemático. Sus propuestas siempre superan tus espectativas y a veces te instala la sensación y pasa la opresión del dictador a tu terreno.
Le vi hace muchos años, y por primera vez, en la cafetería del Conservatorio de Tenerife donde yo trabajaba. Allí todavía era un estudiante de Arte Dramático que no podía desprenderse de esa visión gamberra que se nos pega a todos los que empezamos a querer ser actores, sin entender, que nunca llegamos del todo a serlo. A lo más que aspiramos, es a eternos usurpadores de otras almas.... Y ese es Bati, un ladrón de almas.....

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